TRAYECTORIA



Empezó a escribir para los niños, en la revista Blanco y Negro, en la sección de Gente menuda, con el seudónimo de Elena Fortún. En 1928 vieron la luz las historias de la niña madrileña Celia Gálvez, que cuestionaba el mundo de los adultos. Estas historias cuajaron entre el público infantil de manera tal que la editorial Aguilar se interesó por ellas. Trabajó también en las revistas Blanco y Negro, Cosmópolis, Crónica y Semana, y en las infantiles Macaco, El Perro, el Ratón y el Gato y otras de España y América.

Además de Celia, su personaje más popular, creó otros personajes como Cuchifritín y Matonkiki, también protagonistas de ciclos novelísticos, y otros como Mila, Roenueces, el Mago Pirulo, el Profesor Bismuto, Lita y Lito y La Madrina. Elena Fortún comprendía como nadie hasta el momento la psicología infantil y se granjeó la simpatía de la infancia, que se podían identificar fácilmente con sus personajes rebeldes y reconocibles en la calle.

El propósito de la novela de aprendizaje que escribe Elena  es elaborar el retrato de una sociedad o época histórica a través de los ojos de la voz que narra. Así vemos el mundo de Celia, una niña con una gran imaginación, y cómo va creciendo y desarrollándose su personalidad.. Su gran acierto fue dar voz a las y los niños. La educación era esencial para lograr la regeneración social y la modernidad.

La voz de Celia narra el fracaso de su persona al no convertirse en la escritora adulta que su yo infantil profetizaba. Sus novelas nos muestran la involución que supuso el régimen franquista para las mujeres. Seguimos el desarrollo literario del personaje con Celia madrecita y Celia institutriz en América. El vacío argumental que había entre estos dos volúmenes se llenó en 1987 con el descubrimiento y publicación de Celia en la revolución, una fiel e intensa crónica del sitio de Madrid. En estos tres libros Celia es testigo-narradora. No podrá ir a la universidad y cumplirá el rol de madre con sus hermanas. 

La niña rebelde se ha integrado en la familia patriarcal, aunque sin abandonar por completo sus aspiraciones a llegar a ser escritora. Su independencia queda reprimida desde que asume su papel de madre con sus hermanas.
Los cuentos tradicionales para niños y niñas se caracterizan por una ideología conservadora, tanto en relación a los roles sexuales como a los valores sociales y políticos que transmiten. Sin embargo, Celia responde al aire de ruptura y modernidad de la República española. Claramente lo cuenta Fortún en Celia en el colegio, donde denuncia cómo la religión es usada por la Iglesia católica para imponer la sumisión y la pasividad a la mujer. Parte de la comicidad de los libros de Fortún es por su acercamiento al lenguaje infantil.

El exilio fue una dura decisión que tomó por su sentido de responsabilidad hacia su esposo, pese a las presiones de sus amistades y de su editor Manuel Aguilar que le pedían que se quedara en España. Reprodujo ese conflicto en Celia en la revolución, en el que la protagonista que se ha quedado sola sigue a su padre tras la guerra. Cuando volvió del exilio encontró en el periodismo el lugar apropiado para seguir publicando. Presentó a dos nuevos personajes, Mila, la hermana de Celia, y a su perro Piolín, que cobrarán el protagonismo de sus nuevos relatos.

Comenzó a publicar en Semana, revista fundada en 1942, con ilustraciones de Viera Esparza. Mila recorrerá España buscando a Piolín y esto servirá Fortún para describirnos lugares y gentes extravagantes e incluso marginales. Tuvo problemas con la censura que en 1945 ordenó retirar todos los ejemplares de Celia institutriz y vetó la publicación y circulación de sus obras. Por ello, le fue tan útil la publicación en prensa, que fue un éxito desde sus comienzos. Celia se casa fue publicada en la revista Fotos, también con ilustraciones de Viera Esparza.

Seguirá publicando la aventuras de Mila y Piolín, que serán recogidas en volúmenes por la editorial Aguilar unos años después.​ En Celia institutriz, Fortún nos describirá a su personaje: su peinado era con trenzas rodeando la cabeza con horquillas, a la manera tirolesa, igual que en Celia madrecita y Celia en la revolución. Según otros personajes, seria para su edad. Con la boda de Celia se culmina el progresivo silencio al que se ve abocada su voz, que empezó con Celia madrecita .Cumplía Fortún el encargo de su editor y para ello usó parte del material inédito Patita en la Argentina y olvidó el iniciado Celia bibliotecaria que hubiera supuesto un final distinto al personaje. Este libro es el fin de la mujer emancipada. "Celia se casa y se calla".​